Por alguna mágica razón
yerro estrepitosamente
en cada situación
práctica.
En cambio, sí manejo
mejor
las risas de la luna
y el baile de las brisas.
Les hablo, con metáforas,
al gato y a los vientos
y me hablan, en su
lengua,
hasta las sinuosas dunas.
Por alguna increíble
razón
malogro neciamente
cada sazón tangible.
En cambio, sí manejo
mejor
el fluir vagaroso
y el revoloteo de las golondrinas.
Escancio tiernas
espumas
de color perla y púrpura,
inexpugnable confín
de mi sentir borrascoso.
Por alguna peregrina
razón
desbarato dolorosamente
todos mis lances de Amor.
En cambio, sí manejo
mejor
esta inseparable
tristeza,
el desamparo y la
desolación.
Mas llevo a gala las
suturas
de las tiernas batallas
entre abrojos y azahares,
libradas todas con
nobleza.
Quién me mandaría a mí
bajar a la inmunda arena
donde se dirimen las miserias,
en lugar de libar
las perpetuas mieles del primor,
en lugar de vibrar
con cada chispa de su albor,
con cada tropo de su voz,
pudorosamente esbozado con carmín
en ondulantes nimbos de alcanfor.
José Urbano © 2015
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