Allá,
en aquel confín de
la conciencia
donde halla
cobijo el desaliento,
aferro mi
cuaderno deslavazado
donde hilvano
versos nuevos
para deshilvanar
desengaños.
Aquí,
confinado (¡oh gozosa
farándula!),
azorado como la
tórtola,
se me paraliza el
alma:
se desvanece el
arcoíris
sin mediar
palabra.
José Urbano © 2014
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