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20 septiembre 2012

España(s)


No sé si debiera,
pero me duele mi nación
como a Inclán, Unamuno
y a Machado les doliera.
Juntando —a degüello—
los viejos reinos,
diversos como los sabores,
se creyó grande y una,
siendo varias,
afrentadas, enfrentadas,
recelosas del manto
que no aman.
Ay, Hispania, España, Españas,
siempre en la controversia.
Ay, don Almutamid,
¿quién ya te recuerda?
Ay, don Francisco Giner,
los tuyos recién salieron.
Oh, doña Isabel y don Fernando,
los tuyos recién vencieron.

De nuevo el privilegio,
de nuevo la corruptela.
De nuevo la pureza de sangre,
de nuevo la farsa.
De nuevo el nepotismo,
de nuevo la usura.
De nuevo el señor obispo,
de nuevo feligresía.
De nuevo la viejas castas,
de nuevo la hipocresía.

Ay, españolito nuevo,
háblate tu patria:
afánate con denuedo
con tus brazos recios,
y no andes con quimeras
ni hurgues en los pecios.
Te ahogamos a gabelas
por tu bien futuro,
y no vayas a la escuela,
que para dictar leyes
otros ya nacieron
sin penuria en la cazuela.
Y come del pan de tu madre,
que en las arcas solo dejaron
para engrasar regidores,
falaces banqueros
y los nutridos ejércitos
de leales asesores.

No me culpes, hijo,
de mi linaje llano,
sabios y reyes visité
que apacentaron rebaños.

José Urbano Priego © 2012

2 comentarios:

P MPilaR dijo...

'Mas más que dolor, tristura
la que mi España revierte
como si fuera cordura'


Un abrazo, José

José Urbano Priego dijo...

Tristura, también. ¡Y mucha! Desafortunadamente, se percibe la cordura en menor cuantía.
Abrazos, compañera. Y mi agradecimiento eterno.